Historias del 8M: ¿Quiénes eran las «Chicas Canarias»?, un símbolo de fortaleza en tiempos de guerra

En el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es importante recordar y honrar a aquellas mujeres que, en tiempos de adversidad, demostraron su fortaleza y capacidad para desempeñar roles tradicionalmente masculinos. Un ejemplo de ello son las conocidas como «chicas canarias«, mujeres que trabajaron en las fábricas de municiones durante la Primera Guerra Mundial.

Un contexto de guerra y necesidad:

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) fue un conflicto bélico que exigió un esfuerzo sin precedentes de la población civil. La producción de armamento y municiones se convirtió en una prioridad, y las fábricas necesitaban mano de obra para mantener el ritmo de producción. Ante la escasez de hombres, que habían sido movilizados al frente, las mujeres asumieron un papel fundamental en la industria armamentística.

Las «chicas canarias» y su labor:

En este contexto, miles de mujeres se incorporaron a las fábricas de municiones, donde desempeñaron trabajos peligrosos y exigentes. Entre ellas, destacaron las «chicas canarias«, mujeres que trabajaban en la manipulación de explosivos. El apodo «canarias» se debía al color amarillo anaranjado que recordaba el plumaje de un pájaro canario y que adquiría su piel debido a la exposición a los productos químicos utilizados en la fabricación de municiones.

Un trabajo peligroso y poco reconocido:

Las «chicas canarias» trabajaban en condiciones precarias, expuestas a sustancias tóxicas que ponían en riesgo su salud. A pesar de ello, su labor fue fundamental para el esfuerzo bélico, ya que contribuyeron a mantener el suministro de municiones para los soldados en el frente. Sin embargo, su trabajo fue poco reconocido y, en muchos casos, invisibilizado.

Un símbolo de fortaleza y empoderamiento:

A pesar de las dificultades, las «chicas canarias» demostraron su fortaleza y capacidad para desempeñar trabajos tradicionalmente masculinos. Su labor fue un ejemplo de empoderamiento femenino en tiempos de guerra, y su historia merece ser recordada y honrada.

El legado de las «chicas canarias» en el Día de la Mujer Trabajadora:

En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es importante recordar el legado de las «chicas canarias» y de todas aquellas mujeres que, a lo largo de la historia, han luchado por sus derechos y por la igualdad de género. Su historia nos recuerda que las mujeres son capaces de superar cualquier obstáculo y de desempeñar cualquier rol que se propongan.

La carpintería metálica y el valor del trabajo femenino:

En el contexto del sector de la Carpintería Metálica, queda mucho trabajo por hacer, pero es importante reconocer el valor del trabajo femenino y la importancia de la igualdad de género en el ámbito laboral. Al igual que las «chicas canarias» demostraron su capacidad para desempeñar trabajos tradicionalmente masculinos, las mujeres en el sector de la Carpintería Metálica pueden aportar su talento y experiencia para el éxito de las empresas.

Un compromiso con la igualdad de género:

En este Día de la Mujer Trabajadora, reafirmamos nuestro compromiso con la igualdad de género y con la creación de un entorno laboral inclusivo y respetuoso para todas las personas. Reconocemos el valor del trabajo femenino y nos comprometemos a seguir trabajando para construir un futuro más justo e igualitario. La historia de las «chicas canarias» es un ejemplo de la fortaleza y capacidad de las mujeres para superar los desafíos y contribuir al progreso de la sociedad. En el Día de la Mujer Trabajadora, honramos su legado y reafirmamos nuestro compromiso con la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida.

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LA HISTORIA DE CUANDO LAS MUJERES ERAN SOLDADORAS

En tal día como hoy, desde C. M. Galanas queremos recordar una curiosa historia, que tiene que ver con nuestro trabajo. En los años previos al inicio de la segunda guerra mundial, la presencia de mujeres en la industria de la aviación era mínima, apenas un uno por ciento de los trabajadores.

Cuando se desencadenó la II Guerra Mundial, las fabricas metalúrgicas del país se quedaron sin mano de obra masculina, debido principalmente al alistamiento en el ejército de los hombres estadounidenses. Cada vez era más difícil encontrar trabajadores para las fábricas, con lo que se empezó a contratar a mujeres para el desarrollo de trabajos que antes se consideraban como “masculinos”.

Tanto los empleadores, los medios de comunicación etc… animaban a las mujeres a que dejasen las tradicionales labores como amas de casa para empezar a trabajar en las fabricas del metal.

La necesidad económica y los buenos sueldos que se ofrecían, animaron a muchas mujeres a dar el paso, a formarse y a empezar a trabajar en la soldadura, esto hizo que muchas mujeres fuesen capaces de conseguir la ansiada independencia económica y un oficio para desarrollar su futuro. Todo se acabó, cuando finalizó la guerra y la mano de obra masculina volvió a la fábrica y los primeros despidos de las mujeres se consumaron.

A pesar de demostrar que una mujer podía desarrollar perfectamente el rol de soldadora, el hecho es que, en el momento de acabar la guerra, las mujeres tuvieron que volver a desarrollar los trabajos tradicionalmente femeninos o volver a ser amas de casa.

Por que, al fin al cabo, rara vez, detrás de las máscaras de metal y entre las chispas de soldar, aparece el rostro de una mujer. La soldadura es un oficio entendido para hombres sino por capacidad, al menos, por costumbre.

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